22 marzo 2015

Una carta y ya van 3


Obra de teatro para niños,
hace 5 años.

La manera más honesta de decirme algo a mí,
a la persona que era hace años atrás.

Querida Brenda:

Tu rostro va a cambiar, tu cuerpo también, pero tu no cambies por los demás, eres valiosa, eres única, eres perfecta para alguien. Nadie te puede decir como tienes que ser, eres creativa, eres inteligente, eres diferente, eres sensible, todo lo malo que va a pasar te va a convertir en una mujer fuerte.

Resiste.

Quiero que sepas que va a llegar el día que vas a entender que no todas las discusiones valen la pena, no pelees, no te enojes, vive. No agrades a otros, no pienses que puedes cambiar a los demás, no hagas algo que no te guste y por favor no te des por vencida, lo que tú quieres SÍ VALE LA PENA.

Lucha.

Si crees que has encontrado el amor, disfruta, pero no te pierdas que aún te quedan cosas por descubrir. Que nadie te haga sentir insegura, que nadie te levante la voz, NUNCA, que nadie te mire hacia abajo, ten confianza en ti.

Sonríe.

Vive, Siente, Ten miedo. Pero agradece que estas viva, que tienes mucho por sentir. No te olvides que eres única, no pretendas ser alguien más, y si a otra persona no le gustas que no te mire y punto, pero no te dejes cambiar, eres especial. Y quiero decirte que pase lo que pase el tiempo pone todo y a todos en su lugar. 

Espera.

Y una última cosa y te lo repito y quiero que lo repitas: 
Hay que saber que eres increíble.

04 marzo 2015

La primera vez

La foto de Raúl Santana, Quito.

Recuerdo la primera vez que subí a un bus, fue a los 14 años, lo hice en contra de la voluntad de mis padres, tengo que confesar que estuve asustada, no tenia idea que el bus tardaba 1 hora en ir a mi casa, pero con una sonrisa lo hice. 

Esa tarde -que puede ser cualquier tarde hace diez años atrás- decidí llamar a mis padres para comunicarles que no vengan por mi, que cogería el bus.

- Bueno, pero ten mucho cuidado - me dijo mamá
Antes que pudiera responder ya había colgado, que entusiasmo.  

Para mí era un paso muy importante, me sentía independiente, ya no necesitaba que me recojan, iría en bus. 

Sin pensarlo tanto, caminé a prisa, levanté mi barbilla, mi espalda recta y a pasos largo, estiré mi mano en la parada de bus y dejé salir una sonrisa, que elegancia con la que lo hacía, que alegría.

Esa fue la primera vez que subí a un bus y lo disfruté. A veces el paso del tiempo nos hace darnos cuenta de las cosas, hoy mientras caminaba a la esquina de mi casa para coger la metro recordé esa sensación de hace diez años atrás y en ese entonces fue la primera vez que experimenté la independencia, y que hasta hoy he sido adicta.

La primera vez de cualquier cosa siempre es especial, aunque muchas veces tardamos en darnos cuenta, hasta hoy.