- ¿Por qué desapareciste? Explícame. Un hasta pronto hubiera estado bien, una carta o un email.
- Te amé con todo lo que podía, replicó
- Te amo con todo lo que puedo, agregó; merecía un hasta pronto o un adiós escupido que no pretendía vacilar ni darse por vencido.
- Duele todos los días, y tú.
- Te amé lo que no te merecías, perdón y hasta nunca.
- Perdón y hasta que yo decida, dijo él.
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