08 abril 2014

Leo





Leo.
Han pasado un poco mas de 13 años desde que empecé a leer y desde entonces no he encontrado mejor manera de transportarme. Cada libro leído es una experiencia vivida, un viaje que trae consigo un sin número de preguntas que no hacen más que revolotear mi cabeza y dejarme un poco de lo que me entregó ese libro.

Cuando leo, veo al mundo de diferentes perspectivas, y a pesar de tener autores favoritos, disfruto saber que no escribe sus libros con la misma emoción. He llegado a considerar que el lector es el que le da tono al libro, por lo menos para mí eso tiene algo de sentido. Por ejemplo en mi infancia, algunos libros me ayudaron a salir de la realidad, que en ese entonces estaba siendo aturdida, tal vez leía para no enfrentar lo que estaba sucediendo a mi alrededor, evadiendo ciertos intereses que a fuerza de cordura y un poco de ingenio lograban que cierre el libro y enfrente lo que tenía mi día a día. Nada alarmante, era la pubertad.

Primero fueron los libros heredados de mamá, sus colores, la textura de papel, la pasta gruesa y el acabado de las letras, que ganas de dormir con ellos. Luego vinieron los libros de pasta blanca y ligera que por razones poco agradables tenía que leerlos, y así aprender a diferenciar los sustantivos y poder agregarle adjetivos a los mismos.

Luego mi primer libro "El amor es un no se que" y hasta el día de hoy lo abro como si fuera una enciclopedia, lo digo de este modo porque sólo lo abro para leer un párrafo y sin más lo cierro y lo pongo junto a los otros. Es así como logro pensar que todo lo anterior había sido un simulacro. Poco después llegó Márquez trayendo sonrisas que ocultaba mientras leía camino al colegio, a veces Sábato confundía mi cabeza y otras Cortázar me enseñaba que no todo comunica, pero siempre volvía a mis primeros libros.

No se me ocurre mejor manera de conocer el mundo, leer es viajar y yo soy nómada de la lectura, siempre consiguiendo libros de pasta gruesa y visitando librerías cual niño que va por su dulce. Sin bien es cierto muchas veces me siento atraída por la portada, soy comunicadora visual, hay cosas que no puedo evitarlas. Otros libros me cautivan por su olor y textura, consiguiendo de este modo que los lea sin siquiera conocer al escritor, pero sin duda mis lecturas favoritas se las otorgo a los microrrelatos que en su mayoría son de blogs. Que manera tan inoportuna, que esencia, los leo todos los días para intentar entender el comportamiento de otras personas o tal vez para entender el mío.

Siempre leyendo, desde la etiqueta del shampoo hasta las vallas publicitarias del gobierno o policía nacional y corrigiendo las faltas ortográficas en mi mente. Y reitero lo dicho, cuando leemos viajamos a través de hojas que fueron escritas por viajeros, cuando leemos viajamos sin movernos del lugar y leemos el mundo tal cual nos lo enseñan los demás. Leer me ayuda a soñar y escribir a despertar, leo porque no encuentro mejor libertad y escribo porque es la única forma en que mi mente juega y jamás la detendría.


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