Fue un zarpazo lo que dejó al doblar la esquina, no tenía mas nada que hacer en ese lugar, el hombre del que se había enamorado lo había perdido para siempre, y es que nunca se fue, sólo dejó de ser el Carlos que había enamorado a Luz.
Portazos y mas gritos se escuchaban de lejos, reclamos que Luz sacaba a relucir, mientras que Carlos sólo presumía de todo lo que ella había conseguido junto a él. Infamia le repetía en mi cabeza, cobarde pensaba sin poder hablar.
"No eres tú, soy yo" se repetían uno al otro, "No hay vuelta atrás, no hay solución" se reclamaban sin parar, y esto escuchaba a diario en el café, por la tarde y aún mientras recogía los platos de la cena.
Nunca entendí la manera obsoleta en la que él amaba, ni el amor desmedido que ella sentía, pero si entendía algo, Carlos se había marchado para siempre y ella debía entender eso. Y la dejó.
Luz estaba frente a mi, forzando una sonrisa, fingiendo que no quería dejar caer las lágrimas que Carlos le había dejado de recuerdo, me quedé junto a ella, porque a pesar de creer que lo había perdido todo, yo sabía lo que tenía, más porque Luz podía brillar en todo lugar, a pesar que Carlos la apagó.
Nunca dejas de sorprender
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