Si me pongo a recordar las cosas que hicimos juntos me sobran dedos de la mano, no eras mío, no lo fuiste y hoy entiendo, nunca lo serás. Entonces pensemos en ella y en lo feliz que es al contar, seguro y necesita las estrellas para que le alcance, o más aún la arena que esta junto al mar, donde la llevas cuando la besas o cuando te acercas sin hablar.
Pensemos en ella y olvidémonos de lo demás, pensemos que cuando ella es feliz yo sólo me dedico a contar, que suerte tiene ella que no tiene que esperar doce horas para verte, ella que solo necesita abrir sus ojos para tenerte, que no pasa noches de frío porque tu eres quien la abriga, que suerte que enjabonas su espalda y que le hablas; que suerte tengo yo que soy la que escribe y no la que ama.
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