11 diciembre 2013

Pintando

Por alguna extraña razón siento que he dejado de hacer cosas que realmente me hacían sentir viva, pintar por ejemplo. Lo hago, no con frecuencia y no entiendo por que. Que va, si entiendo y lo sé, tengo miedo que no me guste lo que pinte, no porque lo haga feo, sino porque tengo miedo descubrir lo que siento, me pasa cuando escribo. Por ejemplo mis viejos, no hablo de mis padres. Hace un año daba clases de arte en un asilo, que emoción ensuciarme las manos y por que no decir que tener coraje de vez en cuando, por ellos, por mi y por sus cabecitas tercas que al final del día controlaba con un "Muy bien Don Julio" "Esta hermoso Teresita"y unas cuantas risas entre colegas, y uno que otro paso de baile antes de ir a clases. Que arte.

Mis niños, el orfanato donde trabajaba dejó de funcionar por falta de seguridad y otros detalles como camas dañadas, maestros ausentes, falta de higiene, tengo una lista. Pero quería lograr algo en ese lugar, corté mi manos y un par de uñas, limpié baños con la mano, saqué telaraña con mi brazo y cambié pañales en el piso, nada se compara con lo que ellos me dieron a mi. Cuando cerraron el orfanato, los separaron y les perdí el rastro, hasta hoy sigo pensando que otro pudo ser el final, sin embargo yo llevo el corazón alegre con sus sonrisas y un par de fotografías.

Lo único que me queda y no pienso renunciar es la fundación en la que estoy desde los 14 años, niños con capacidades diferentes los llaman, porque según las leyes y otros rollos esa es la manera correcta, por eso de que se ofendan o no. No lo creo, menos si los llaman así y tienen una mirada de miedo y mierda en el corazón. Para mí son niños especiales y yo me convierto en uno de ellos cuando los veo, porque me hacen sentir así, especial. Pueden con tan sólo una mirada de lejos hacer que me quite los tacones y corra a abrazarlos, que energía y ganas de vivir, nunca los dejaría aunque sé que por sus enfermedades ellos lo harán primero.

Y voy de nuevo, sin mucho que realmente tenga sentido, pero me dejo leer y escribir, me dejo algunos amigos que hacen que los días se pongan de color, sin mal interpretar el blanco y negro me encanta, pero hay que admitir que con sus estilos, sentidos de humor y demás ponen más que mis días de colores, queda mi familia que me estremece de coraje y risas y queda él que no tengo idea a donde va, menos si quiere mi compañía, pero ahí está sin preguntas, y yo que no dudo en conseguir momentos a su lado.

A seguir pintando, manejar en tráfico y escuchar música cuando alguna palabra obsoleta quiere irrumpir nuestra odisea, a caminar y correr cuando se precisa pensar y a soñar con los ojos cerrados y una que otra vez abiertos, que funciona.



Pintando desde 1990

1 comentario: