09 diciembre 2013

Vueltas hasta caer



Cuando te vi acostado en el césped con los ojos cerrados supe que tenía que decirlo y que ese era el momento preciso para hacerlo, con temor y algo inquieta me acerque a tus labios para abrir tus ojos con un beso, me sorprendiste al abrirlos. 

Recuerdo ese día, me miraste como si supieras lo que iba a pasar, era de suponerse por mi forma de actuar, sin miedo me acosté a tu lado y te abracé esperando que hagas lo mismo sin pronunciar palabra alguna. Me sorprendiste de nuevo, preguntaste que hacía ahí. Por un momento dudé y estuve a punto de levantarme sin decirte nada, mordiendo mis labios dejé rodar un lágrima que no necesariamente fue de dolor, sin miedo a lo que podía causar en ese preciso momento te lo dije, te besé y me fui.

Me levanté y salí como quien tenía que llegar a prisa a otro lugar, caminé descalza con las sandalias en la mano ¿Lo recuerdas?, me miraste de lejos sin siquiera ponerte de pie, creo que te lastimé. Pensé en aquel beso egoísta que te di, fue un gesto de agradecimiento por todo lo que habías hecho, sonreí y corrí hasta no sentir mis pies, y giré, como una niña que estaba siendo liberada, giré como si de eso dependía mi felicidad, giré y giré, di muchas vueltas hasta caer.

A pesar de lo que sentía por ti, y lo que hiciste por mi, no podía seguir a tu lado, no podía dejar mi libertad para atarme a alguien que me asfixiaba, egoísta o no, decirte lo que realmente quería era lo mejor para ambos. 


Siento lo que sentí ese día, pero en realidad gané, porque tengo un hermoso recuerdo y mi libertad para seguir corriendo sin zapatos, y las ganas de dar vueltas hasta caer.

3 comentarios: