16 marzo 2014

Confesión de un sastre que vivía a la vuelta de la iglesia

¿Qué si me da lástima? Para nada. Bueno tal vez por un instante, pero nada más. La verdad no llegué a conocerlo suficiente, me buscó porque había escuchado de mi días atrás. ¿Qué por no le pedí su dirección? No me dio tiempo, tampoco lo encontraba necesario, vino dos o tres veces para probarse su kimono azul, era muy callado. Intenté entablar una conversación mientras se cambiaba en el vestidor. Le hice un par de preguntas:

- ¿Y vive cerca de aquí? ¿Mucho calor verdad? Pero respondía sin intención alguna, me sorprendió.

Sí, él escogió el color azul, dijo que combinaban con sus ojos, me pareció un poco extraño el sarcasmo con el que lo dijo, sólo moví la cabeza en señal de acierto y evadí el tema. Entonces Señor oficial, como usted debe imaginar, yo sólo le cobré su kimono azul y le deseé buen día.

2 comentarios:

  1. Está confuso y divertido esto.

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  2. no entendí muy bien este micro, pero igual está entretenido.

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